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Tiempo abundante

Actualizado: 13 jun 2021

A través de la inmensa ventana que iba del suelo al techo veían diferentes escenarios. Él miraba a los lejos un edificio muy conocido de Nueva York. Ella veía un colibrí volando en el espacio infinito. Estaban agarrados de las manos, pero no de la mente. Cada uno pensaba en una esencia diferente.


—¿Qué quieres hacer cuando regresemos al piso? —dijo Patricio.


Ella no movió ni los labios ni los ojos.


—Ya veremos, el tiempo también es infinito —dijo Karla —. Así es la vida Patricio.


Le soltó la mano, se alejó de la ventana y salió por la puerta. Patricio la siguió, quería estar con ella, no entendía la razón de su salida a la calle. La alcanzó y le preguntó:


—¿Qué te pasa? ¿No quieres seguir con tu destino, junto a mí? Sabes, girando sobre las sábanas blancas de la cama.


—No lo sé —dijo ella, escondiendo su mirada.


Patricio sentía hormigas en el estómago, mucha sed y respiraba con dificultad. Sacó fuerzas para continuar hablando y con voz sutil, repitió lo que había dicho anteriormente, cuando la invitó a ir al piso, y además expresó:


—Sabes que el destino de los hombres está regido por la posición de los astros y ya que los períodos planetarios son cíclicos, también la historia nuestra lo será.


—No será así —dijo Karla con seguridad y agregó —: lo que yo quiero es aletear como el colibrí, quiero chupar el néctar de las flores para alimentar mi energía, y después volar con la misma velocidad como lo hacen esos pájaros, hacia el tiempo infinito o sino hacia el tiempo abundante. Patricio no atinó a decir una simple palabra. Las hormigas ya no estaban solamente en su estómago, parte de ellas se habían ido a su cabeza.


 
 
 

1 comentario


Miembro desconocido
16 jun 2021

¡Muy bien, Luis José!

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