top of page

Capítulo 25: La novela y el deicidio sutil

Actualizado: 18 may 2020

Capítulo 25: Un adelanto de "Transite un rincón insaciable"


Y por supuesto, lo más importante, a todos nos preocupa mucho la historia de nuestra vida y deseamos más que cualquier otra cosa que sea una buena historia con un protagonista decoroso.


Daniel Kahneman



La sociedad occidental es la única civilización que ha matado a sus dioses sin sustituirlos por otros, había escrito Alivio, en el comienzo del capítulo final de su novela, donde recordaba un personaje que copiaba una frase de Malraux: «la aparición de la novela, ese deicidio, no nos muestra a Cristo sufriente, sino triunfante, le huye al espanto, se acerca a la compasión y al novelista».


Alivio Espárrago, no vivía en el Barrio 23 de Enero; para los habitantes de ese barrio él vivía en el este de la ciudad, para ellos era un pudiente. Pero él lo ignoraba, seguía cayendo por allí (en el barrio) muy a menudo, para captar y para vivir en persona los problemas que sufrían sus habitantes, así su novela tendría vida porque se acercaría a la realidad. Continuaba conversando con Yolivia en el bar y bebían cerveza juntos. Ella le narraba muchos sucesos que había visto con sus propios ojos desde que era niña; Alivio los apuntaba en cortas notas, guardaba los papelitos en el bolsillo de su pantalón, y cuando regresaba a su buhardilla en el vestidor de su apartamento, expandía las notas imaginando los sucesos de cualquier forma, muchas veces los narraba en diálogos inventados y con habilidad los hacía lucir como si fuese un novelista realizado, aunque en esencia estaba iniciándose. Alivio intentaba mostrar la violencia del barrio, buscando siempre enaltecer las fuerzas de los que quedaban vivos a pesar de que estaban destrozados en vida por la muertes violentas de familiares y amigos. Yolivia se parecía a un personaje central de su novela [aunque no en un cien por ciento]. Ella era una mujer con muchas virtudes y poco dinero. Una mujer de la vida del barrio. Siempre ayudaba a Alivio a generar protagonistas decorosos para la novela.


Un día le dijo a Alivio: mira, un día de enero del año 1952 cuando era muy niña me levanté temprano en la mañana para ir a la escuela pública, donde cursaba tercer año de la primaria y vi lo que nunca se me ha olvidado. Recuerdo que era un día frío con una neblina hasta el suelo que cubría la acera por donde caminaba, también evoco que vestía mi uniforme escolar, —era una faldita con un color azul oscuro con manchas de tanto usarlo—, y en la espalda colgaba la mochila que me había hecho mi abuela; allí llevaba algo, en verdad prácticamente nada —muy poco alimento — y un par de cuadernos, pero el lápiz lo cargaba en el bolsillo de mi blusa blanca.


Yolivia, la niña, cruzó la plazoleta principal del barrio a paso ligero, evitando a los que estaban sentados en las bancas; todos ellos pasando los tragos de la noche anterior. Estaban todos con un soberano «ratón», como decían por allí. Uno de ellos se levantó a duras penas y se fue hacia un árbol y orinó hasta el infinito; era la descarga de la cerveza que ya no podía almacenar su cuerpo. Eso era lo que había impresionado a la niña, era la primera vez que veía a un hombre orinar y orinar. Pero siguió caminando y llegó a la escuela, se sentó en la silla de su pupitre, sacó uno de sus dos cuadernos y comenzó a dibujar al hombre orinando, al árbol, unas pocas nubes y el sol brillando con el mismo color que la orina.



ree

 
 
 

Comentarios


Formulario de suscripción

4806340412

©2020 por Ojalá leas Novelas. Creada con Wix.com

bottom of page