Después de un día de descanso, comenzó otra vez la reunión literaria. Proust y Borges tomándose un buen vino discutieron, en la noche, acerca de la mejor pregunta que podían hacerle a los célebres invitados. Se les ocurrió preguntarles: ¿cómo llamarían al período después de la postmodernidad? Y además si creían que había un amplio número de movimientos nuevos en términos artísticos, culturales y literarios en el siglo XXI.
—Creer no es la mejor palabra —saltó diciendo Gabriel —. Recuerden que aquí no recibimos nuevas noticias de donde vivíamos hace unos cuantos años, ese fue el premio recibido cuando llegamos a los anillos.
—Cierto, Gabriel —dijo Borges —. Pero, quizás lo puedas imaginar, tal como lo hacías cuando escribías, durante el siglo XX —. ¿Qué te parece meta-modernismo o alter-modernismo?
—En realidad, opinaría, una vez que logre una revisión de mis realismos mágicos —concluyó Gabriel —. Pero, de arranque, pienso que quizás no debe llevar la palabra —modernismo— asociada a una nueva palabra para la desconocida época.
—Sí, las imaginaciones fantásticas —expresó Borges, acariciando sus seres imaginarios y sus versos.
Camilo José Celas, miraba hacia arriba, donde proyectaba su altura el hexágono principal; contaba cuántos movimientos se necesitaban para tocar el espacio abierto al infinito. Ese espacio estaba nublado. No circulaba ningún flujo a través del orificio hexagonal. Era como el último piso del hexágono. Camilo se sentía mareado al pensar en las discusiones que preveía saltarían en pocos instantes. Pero no dijo nada, por el contrario, oyó una voz femenina:
—Poco antes de llegar al anillo en el 2019, sentí cómo sucedió en el lejano mundo, por primera vez, una idea de gran alcance sobre cómo combatir la discriminación racial y las formas de intoleracia —dijo Toni Morrison, en un tono muy seguro—. Quizas, un buen nombre seria el surgir del anti-racismo.
—Quizás, con ese cambio empezó a aparecer un nuevo movimiento —dijo Proust —. Eso nos sugiere un vínculo, para encontrar el nombre de la nueva época.
De repente, Proust decide preguntar algo disparejo: «¿En qué anillo debería estar Hemingway?» y agregó «pienso que él y tú Borges deberían estarían en el mismo anillo, ya que nacieron el mismo año y claro si ambos se hubieran ganado el Nobel».
—Te equivocas Marcel, los anillos no se ubican por la fecha de nacimiento, la cual es la misma para los dos, sino por la fecha de la muerte —expresó Borges —. Además, si hubiésemos estado en el mismo anillo, no hubiera podido ver a Hemingway y sabes bien que yo no me gané el Nobel.
—Yo nací también en mil novecientos ochenta y nueve —dijo Kabawata, al igual que Hemingway y tú Borges. Y agrego con un buen estilo japonés, «el que está en un anillo es Hemingway y no se cual es el número que le adjudicaron».
— ¿Qué estáis hablando? —dijo Camilo —. Nos deberíamos concentrar en los nuevos movimientos literarios.
Proust reinició la conversación diciendo: «Gabriel, dijo que ‘la poesía, es en fin, una energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes a los espejos’» y agregó «eso fue durante su discurso al recibir el Nobel. Quedé sorprendido al venir esas palabras de un gran novelista —un prosista— como García Márquez».
—No es muy atinada esa apreciación —respondió Gabriel, con voz suave —. En realidad en cada línea que escribí traté siempre de invocar, algunas veces con algo de fortuna, los espíritus esquivos de la poesía, y traté de dejar en cada palabra la existencia de mi devoción por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte.
Kabawata, decide decir algo y comienza: «la obra maestra de la época clásica japonesa fue El cuento del Genji de Lady Murasaki, que nos transporta a la maravillosa vida cotidiana del Japón hace mucho siglos atrás» Y eso quedó en el ambiente como un punto adicional para influir en la discusión sobre el nombre de la nueva época. Sin embargo, Borges, dijo: «en realidad esa obra moderna se escribió en el siglo XI, eso fue una grandeza, un milagro, uno de los grandes clásicos».
Con ganas de ponerme al dia leyendo las ultimas publicaciones de Luis, Felicidades.
que bien leer un viernes la segunda parte del laberinto de los anillos así tenemos fin de semana para meditar!!!